25
Jun
La sal da energía a los músculos, previene calambres musculares, agujetas, contracturas…
En el baño, ayuda a combatir la fatiga, el estrés y el cansancio acumulado después de una dura jornada de trabajo o de cualquier tipo de esfuerzo, haciendo que nuestro cuerpo se relaje y revitalice.
Elimina y/o alivia problemas en la piel como psoriasis, dermatitis atópica, dermatitis seborreica, acné, hongos, llagas labiales, picaduras de insectos. Previene la aparición de varices y las venas de araña en las piernas y muslos. Previene y/o alivia el reumatismo, la gota, la artritis o la artrosis.
Reafirma la estructura del esqueleto y le aporta dureza a los huesos. La osteoporosis aparece ante la carencia de sal, ya que si el cuerpo necesita más sal de la que se le aporta, la extrae de los huesos.
Tiene gran efecto bactericida y antibiótico. Es muy recomendable en las personas débiles. Es un antihistamínico natural, antialérgico. Regula el sueño, actuando como un hipnótico natural, desarrollando patrones de sueño saludables.
Ayuda a eliminar infecciones recurrentes. Regula el contenido de agua en el cuerpo, importante para un buen funcionamiento. Es importante para generar energía en las células del cuerpo. Es importante en la absorción de nutrientes a través del tracto intestinal.
Elimina los ácidos tóxicos (ácido úrico, ácido láctico). En pocas semanas, hay una gran transmineralización y un enriquecimiento extraordinario de calcio, magnesio, flúor, etc.
En definitiva, la sal es esencial para nuestro organismo, pero sin excederse en cantidad, porque el exceso de sodio puede conllevar efectos peligrosos para el cuerpo.