08
Oct
En Sal de Atacama, queremos que, tanto profesionales de la industria alimentaria como la población en general, resuelvan todas sus dudas sobre el mundo de la sal. Por ello, iniciamos una serie de artículos en los que nos vamos a centrar en responder las principales preguntas que se tienen sobre este producto tan imprescindible en nuestro día a día.
¿Por qué es aconsejable consumir sales bajas en sodio?

La Organización Mundial de la Salud viene alertando desde hace años del problema mundial que supone tener tensión arterial alta. Según la Fundación Española del Corazón, hipertensión mata cada año a 7,5 millones de personas en el mundo y algunas de las causas de esta afección son el sobrepeso u obesidad, la falta de actividad física o el consumo alimentos con alto contenido de sodio en la dieta, entre otros factores.
Dado que los expertos recomiendan reducir el consumo de sodio, las alternativas presentes en el mercado para lograr este objetivo pasan por consumir alguna sal con bajo contenido de sodio. Se trata de un tema de salud y, aunque no existan síntomas, es una cuestión de prevención de posibles enfermedades cardiovasculares.
En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado una serie de puntos de referencia mundiales para los niveles de sodio en más de 60 categorías de alimentos. Esta guía ha sido publicada a nivel mundial con el objetivo de conseguir que las personas consuman menos de 5 gramos por día en 2025. En este enlace puede verse un vídeo de la presentación de este manual y sus objetivos.
Disponéis de más información sobre sodio e hipertensión aquí.
¿Qué sales hay disponibles? ¿Son todas iguales?

En el mercado, las sales naturales, ya sean extraídas de yacimientos naturales o del mar (sal marina), tienen una característica común: el contenido de sodio. Las más conocidas en la actualidad, como la sal marina virgen o la sal del Himalaya, cuentan con gran cantidad de oligoelementos, sin embargo, su contenido de sodio es el mismo que el de la sal marina refinada o sal común.
Por otro lado, existe una amplia gama de sales bajas en sodio que están elaboradas industrialmente por lo que su origen no es natural. Estas variedades suelen ser un compuesto formado por cloruro de sodio y cloruro de potasio, con lo cual se consigue reducir el nivel de sodio, pero suelen presentar un regusto amargo que a muchos consumidores no agrada.
Os recomendamos leer nuestro artículo sobre tipos de sal aquí.
¿Son todas las sales reducidas en sodio adecuadas para cocinar?

Por lo general, las sales bajas en sodio no son aptas para hornear, ya que en muchos casos se potencia el sabor amargo que las caracteriza. Así lo apuntan distintos especialistas, que explican que cuando estos productos se someten a altas temperaturas se suele incrementar el regusto metálico por el cual no acaban de satisfacer a todo el mundo.
¿Qué sales se utilizan en la industria?

Principalmente, las sales más utilizadas por la industria alimentaria son sal común y la sal marina. Estas dos variedades son las únicas que, hasta ahora, garantizaban un sabor adecuado de los alimentos sin alteraciones organolépticas.
Existen numerosas sales que se han puesto de moda en los últimos años en el mercado, ya os hablamos de ellas en este artículo, sin embargo, hay una nota común entre todas ellas, el contenido de sodio presente en su composición es el mismo, por tanto, son menos recomendables para aquellas personas que desean alimentarse de forma saludable o que padecen hipertensión.
¿Cuáles son los alimentos procesados que más sodio aportan?

Para responder a esta pregunta, es necesario hablar de la sal oculta. Según las estimaciones de los expertos, el 75% del sodio que consumimos cada día procede de los alimentos procesados, no tanto de la sal agregada de durante la preparación de las comidas en casa. Es por ello que se recomienda consultar las etiquetas de los productos para saber cuánta sal se está consumiendo al día.
Según el estudio ANIBES, elaborado por la Fundación Española de la Nutrición, las principales fuentes de sodio (excluyendo la sal de mesa y la añadida durante el cocinado) fueron los grupos de carnes y derivados (27 %) y cereales y derivados (26 %), seguidos de la leche y productos lácteos (14 %), precocinados (13 %) y pescados y mariscos (6 %). El informe explica que “estos cinco grupos de alimentos y bebidas representaron más del 80 % de la ingesta de sodio”.