07
May
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la hipertensión como “trastorno en el que los vasos sanguíneos tienen una tensión persistentemente alta, lo que puede dañarlos”. Según la Fundación Española del Corazón esta patología mata cada año a 7,5 millones de personas en el mundo. Más concretamente en España, hay estudios que apuntan a que más del 42% de la población es hipertensa, por lo que estamos hablando de un problema de salud global que debe ser afrontado, tanto desde el punto de vista individual, como desde las administraciones y las industrias.
Partiendo de estas cifras, la siguiente pregunta que nos hacemos es… ¿qué consecuencias para la salud tiene padecer hipertensión? Una de las claves en esta enfermedad es que, en muchas ocasiones, se trata de un problema silencioso, es decir, las personas que la padecen no presentan síntomas, de ahí la importancia de medir la tensión de forma regular.
En los casos en los que sí hay síntomas, estos pueden ser leves como cefaleas, mareos, alteraciones visuales o dolor torácico, entre otros, así como otros mucho más graves que van desde tener una angina de pecho a un infarto de miocardio. En definitiva, la tensión arterial alta es un problema muy presente en la sociedad actual y, en parte, se debe a nuestro ritmo de vida y a algunas de nuestras costumbres actuales.
¿Qué podemos hacer para evitar la hipertensión?
Existen algunos factores, como la edad, que son de por sí mismos una causa de riesgo, a más edad, más probabilidades de padecer hipertensión. Sin embargo, la medicina ha determinado otra serie de razones que están en nuestra mano modificar para reducir las probabilidades de tener una tensión arterial alta. Una de ellas sería el consumo de tabaco o alcohol, ambas condiciones se consideran altamente prevalentes. Asimismo, la falta de actividad física, el colesterol o el sobrepeso son otros de los ingredientes que pueden hacer crecer las posibilidades de padecer hipertensión arterial.
¿Cómo influye la alimentación en la tensión arterial?
Existen numerosos estudios que demuestran la existencia de una relación directamente proporcional entre el mayor consumo de sodio y valores poco recomendables (elevados) en la presión arterial. El sodio es uno de los elementos fundamentales de la sal y está, por tanto, presente en la mayor parte de los alimentos procesados que consumimos.
Sabemos que la sal es uno de los aditivos más utilizados en la producción alimentaria, pero debemos ser conscientes también de que cada 100 gramos de sal que consumimos nos aportan aproximadamente 40 gramos de sodio. La OMS recomienda una ingesta máxima de sodio de 2 gramos al día, lo que equivaldría a unos 5 gramos de sal común. El problema que enfrenta nuestra sociedad reside en que la mayor parte de la sal que consumimos está oculta en los alimentos, lo que significa que, aunque reduzcamos la sal en las comidas que cocinamos en casa, seguiremos ingiriendo una gran cantidad de sodio a través de productos procesados como embutidos, quesos, snacks, sopas o platos preparados, entre muchos otros. De hecho, se estima que estos productos suponen la ingesta de entre el 70 y el 80% de la sal que consumimos.
Por ello, decíamos al principio de este artículo que el problema de la hipertensión debe ser afrontado desde tres visiones. Por un lado, desde la perspectiva individual, sabiendo que cada uno de nosotros somos responsables de eliminar hábitos perjudiciales en nuestro día a día y sustituirlos por otros más apropiados como hacer deporte, tener una dieta saludable, evitar el consumo de tabaco, etc.
Por otro lado, estaría la administración, que con iniciativas como la estrategia NAOS intenta concienciar a la población de los beneficios de una dieta saludable y de la importancia de la actividad física. Por último, el tercer gran pilar en este problema de salud sería la industria alimentaria, responsable de ofrecer alimentos cada día más saludables para nuestra población.
Precisamente, desde Sal de Atacama ofrecemos a nuestra industria un producto que hasta hoy no existía en nuestros mercados y que permite reducir la presencia de sodio en los alimentos de forma muy significativa, gracias a la composición única de nuestra sal marina natural. Sal de Atacama presenta un sabor, color y textura igual al de la sal común, además de que no contiene aditivos añadidos ni está sometida a procesos de refinación. Los beneficios completos de nuestra sal pueden consultarse en este artículo.